• Martes , 10 mayo 2016
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Sebastián Mansilla y su columna: “Nosotros y la institucionalidad: ¿Qué pasa con el Proceso Constituyente?”

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Sebastián Mansilla Ulloa. Secretario Orgánico de la mesa de conducción de la CNJ. Estudiante de Derecho, Universidad de Chile.

 

“El largo camino que debemos recorrer para construir una Nueva Constitución ha estado marcado de salpicaduras y tensiones que dan cuenta de las diferentes ideas que existen dentro de la Nueva Mayoría, respecto a cuál debe ser el cómo y la forma que nos permita llegar a ese proceso.

Algo que sí es sabido a estas alturas, es que lo que la ciudadanía deberá hacer este semestre es, por primera vez, sentarse a dialogar y ahondar con profundidad en los valores y las instituciones que consideramos necesarias para el país, lo que puede significar un segundo paso para las personas que, desde 2011, nos hemos querido articular para reclamar en la calle lo mucho que lamentamos que nos hayan quitado la posibilidad de hacer política.

Sabemos que, actualmente, la propuesta del Gobierno ha delegado en el Congreso entrante la decisión del método para enfrentar este proceso: Una comisión bicameral, una convención constituyente mixta de parlamentarios y ciudadanos, una Asamblea Constituyente o un plebiscito para que sea la ciudadanía quien decida el mecanismo entre las opciones anteriores.

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Hay muchos decepcionados que sienten que este no será el momento refundacional que tanto espera Chile, sino que será un momento de elaboración de un documento, inspirador de nuestra nueva Carta Fundamental, pero que, en el fondo, no tiene ninguna capacidad de ser vinculante y que, por lo demás, la Asamblea Constituyente no es una garantía, por lo que este proceso parece no ofrecer ninguna ganancia.

Esa sensación me produce una profunda extrañeza: Pensé que éramos más los que habíamos notado que siempre que logramos articulaciones políticas y programáticas profundas, amplias y responsables, habíamos logrado que la ciudadanía protagonice procesos de cambio y señale los caminos hacia los cuales queremos llevar el país. No hay que olvidar que somos parte de una institucionalidad que queremos que sea excedida por aquellos que no forman parte de ella, por los protagonistas anónimos de este Chile diferente.

El desafío es posible de lograr. Salir a pelear, con toda la emoción, la alegría, el despliegue y las ganas que podamos, que la Constitución tiene que ser como queramos nosotros. Que nos toca a nosotros decidir lo que a Chile le hace bien y lo que le hace mal. Decirle a la institucionalidad que, cada vez, que nos pone trabas, podremos superarlas unidos, utilizando nuestra diferencia como un valor. ¿Acaso nuestra diferencia no nos permite ser miles de voces pidiendo lo mismo, pero distinto? ¿Acaso el Chile que queremos se compone de realidades únicas? ¿No hay empatía para entender, lo distinto de una familia de Arica con una de Concepción? ¿Una de inmigrantes peruanos con una de chilenos de ensalada de tomate y cebolla y porotos con rienda?

Salir a las calles a exigir que las Bases Institucionales para una Nueva Constitución, sean la expresión máxima de la Nueva Constitución y que la forma para validarlo sea una Asamblea Constituyente, es el ejercicio que necesitamos para conseguir un cambio profundo y viable en Chile. No perdamos la oportunidad, es tiempo de ganar”.

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