Cristián Méndez tendrá la responsabilidad de asumir la vocería de la Nueva Mayoría durante mayo, en su rol de Presidente de la Izquierda Ciudadana. El antropólogo de la Universidad de Chile es uno de los nuevos rostros del conglomerado y a sus 31 años es uno de los presidentes de partido más jóvenes de la historia de nuestro país.
La Izquierda Ciudadana forma parte del nuevo acuerdo político programático que encabeza la Presidenta Michelle Bachelet, y desde los movimientos sociales, la democratización y la historia política chilena, pretende ser una voz que aporte en el camino hacia la igualdad.
En ese sentido, conversamos con Cristián Méndez para saber su opinión respecto de cómo ha marchado el gobierno en estos casi dos meses, el desempeño de la Nueva Mayoría y la relación con la oposición. Así mismo, quisimos saber cómo ha visto el actuar de las autoridades en las catástrofes que han azotado a nuestro país.
¿Cuáles han sido las principales dificultades que ha tenido el gobierno a la hora de la instalación?
Una de las principales dificultades con las que el gobierno se encontró, fue con los problemas y amarres que dejó el gobierno de Piñera, sobre todo en términos de contrataciones fantasmas y concursos, licitaciones y todo tipo de asignaciones presupuestarias y contractuales hechas a último minuto durante el verano del último mes. Las consecuencias de este actuar conllevaron a que al momento de la instalación se encontró con la mayoría de los funcionarios pidiendo días de vacaciones, que no estaban en sus puestos de trabajo, sin información necesaria para poder tomar el control de los servicios y obviamente eso dificulta y obstaculiza la instalación para ir cumpliendo las primeras 50 medidas comprometidas por la Presidenta Bachelet
La Presidenta y gran parte de quienes vemos hoy en el gobierno ya lo hicieron en el 2006. Desde esa perspectiva, ¿cuál es el mayor desafío de este gobierno, cumplir las promesas de campaña o mejorar lo hecho anteriormente?
Creo que es imposible pensar un gobierno descontextualizado de la historia reciente del país. Pero sin lugar a dudas, el desafío de este gobierno no es administrar lo existente, ni continuar con el estilo de hacer política que hemos visto en los últimos 25 años. En ese sentido, los compromisos que ha asumido la Presidenta afirman que este será un gobierno que va a encabezar transformaciones profundas en aspectos muy relevantes y que al mismo tiempo tiene que saber hacer funcionar un país. El gran desafío es poder administrar y llevar ambas cosas armónicamente sin generar grandes dislocaciones ni grandes traumas en la vida cotidiana, en las vidas de las personas comunes y corrientes.
Chile cambió. Debe ser de las frases más usadas este último tiempo para definir el estado actual de las cosas. ¿Cómo vislumbra la relación del gobierno y los movimientos sociales que tanta fuerza han cobrado en el último tiempo?
En todo el amplio espectro político y para la opinión pública en su conjunto, también está la idea de que algo cambió. Ahora decir qué es lo que exactamente cambió es opinable. Lo que sí está claro es que ya no estamos parados en el mismo terreno de hace uno, dos, tres o cinco años atrás, en ningún caso. Creo que, en primer lugar, hay un conjunto de demandas que el gobierno y los partidos políticos de la Nueva Mayoría tienen que ser capaces de poder recoger. En segundo lugar, saber traducirlo y expresarlo en políticas concretas y en soluciones que efectivamente modifiquen la vida de las personas en términos de poder reducir las brechas de desigualdad, acabar con los abusos y poder construir un país más justo, que es la gran deuda que tiene Chile después de la transición a la democracia. En tercer lugar, saber acoger el impulso de participación de la gente, ya que nadie está dispuesto a que las decisiones se sigan tomando en cuartos oscuros entre unos pocos. La política de los consensos ha llegado a su fin.
¿Qué rol juega la Nueva Mayoría en este nuevo período de Michelle Bachelet? Básicamente, ¿Cómo influye en la toma de decisiones, en la contención de situaciones coyunturales, etc.?
La misma Presidenta lo ha dicho y así lo ha definido. La Nueva Mayoría es una gran alianza político social. La época de los partidos encerrados sobre si mismos, administrando los gobiernos y tomando las decisiones lejos de la ciudadanía, se terminó, por lo tanto, este acuerdo tiene una lógica distinta. Sin embargo, no es el único elemento, porque la participación de la ciudadanía, de sus organizaciones y movimientos es esencial para que todas estas metas se cumplan. Yo diría que la Nueva Mayoría puede ser entendida como el acuerdo de 7 partidos políticos, por un lado, pero por otro y en el sentido amplio que a nosotros como Izquierda Ciudadana nos interpreta mejor, es que esta es una nueva gran alianza político social, con una raíz profundamente democrática, participativa y popular, que debe producir transformaciones de verdad que puedan acabar con el modelo implantado en la dictadura.
Para nadie es de extrañar las dificultades que implica tener voces tan distintas en un conglomerado como puede ser la DC y el PC, ¿cómo se han manejado los consensos dentro de la Nueva Mayoría?
Lo que permite la convivencia y el poder trabajar en conjunto, no son las diferencias si no que son los aspectos comunes, los aspectos compartidos, los que están expresados de manera precisa y adecuada en el programa de gobierno. Entonces, si bien podemos encontrar múltiples matices y diferencias entre un partido y otro, lo que importa es lo común y eso es lo que nos permite actuar en conjunto, haber elegido a la presidenta, respaldar una lista parlamentaria y llevar adelante este programa de transformaciones, que es finalmente el pegamento que permite que este sea un acuerdo político programático.
¿Es posible pensar en la Nueva Mayoría para el 2017, o fue un juntar fuerzas para ganar las pasadas elecciones?
De todas maneras esta es una alianza que se piensa para adelante, para muchos años más, sobre todo por la envergadura de las tareas que se está imponiendo. Si el objetivo hubiera sido solamente derrotar a la derecha no hubiese sido necesario colocar el acento en el debate programático e ideológico incluso, que se dio durante la campaña a lo largo de Chile y hubiera estado solamente centrado en, probablemente, la figura de la presidenta que es muy atractiva para la mayoría de los chilenos. Pero tal como dijimos anteriormente, Chile cambió, ese no podía ser el centro del asunto y por eso que el eje se centró en las ideas, en el horizonte que estas ideas proponen y eso va asociado a un conjunto de organizaciones que forman la Nueva Mayoría y a un conjunto de ideas y políticas que están expresadas en el programa. Este acuerdo político-programático debe ser capaz de convertirse en una fuerza por los cambios en el largo plazo.
Para nadie era un misterio el malestar que generaría en la oposición la Reforma Tributaria. ¿Cómo ve el nivel de las críticas que se le han hecho al proyecto?
Acá hay dos frentes. Por un lado está Renovación Nacional que trata de ponerse de pie luego de la experiencia traumática por todo lo ocurrido durante la administración Piñera y la pérdida del gobierno de manera estrepitosa, lo que ha desembocado en desprendimientos del ala más liberal, por decirlo de alguna manera. Esa facción entiende, desde la óptica miope que cualquier persona de derecha pueda tener, que llegó la hora de discutir y tratar estos temas.
Ahora, otra cosa es la ultra derecha que esta encarnada principalmente por la UDI y algunos sectores de Renovación Nacional que lo que están haciendo es oponerse tajantemente a cualquier cambio del modelo que ellos personalmente impusieron con violencia durante la dictadura. Particularmente en el caso de la Reforma Tributaria, lo que están haciendo es muy lógico. O sea, si yo fuera ellos también lo haría. Simplemente, están alegando porque la Reforma lo que va a hacer es tocarle los bolsillos a las grandes riquezas del país y ellos son las grande riquezas del país, por lo tanto, es una cuestión que los afecta personalmente. En ese sentido, los entiendo y los compadezco, pero lo cierto es que ahora sí se acabó la fiesta.
Según la UDI y RN este no era el mejor momento para discutir un proyecto de esta envergadura. ¿Qué opina al respecto? ¿Está Chile preparado para una reforma así, están las condiciones dadas?
Cuando se tienen las brechas de desigualdad que se tienen, con una calidad del empleo tan espantosa como la que tiene Chile, entre otras, la pregunta de cuándo uno está preparado para hacer este tipo de reformas, en realidad está mal planteada. Lo que pasa es que esto nunca se enfrentó a tiempo porque había una decisión abierta de los poderosos, de la elite y de los dueños del gran capital por detenerla y obstaculizarla todo lo que pudieran, amenazando con las penas del infierno. Por lo tanto, tal como ha dicho el ministro Arenas, el país si está preparado para tener una Reforma Tributaria, porque la inversión Chile no es un problema, el crecimiento tampoco es un problema, el empleo no es un problema. Acá los problemas son otros y siempre es tiempo para tratar esos temas. Durante los últimos 25 años nunca fue posible y hoy día simplemente llegó la hora de hacerlo. No tenemos más tiempo.
¿Se ha conversado respecto de los damnificados de las catástrofes del el norte de Chile y Valparaíso? El tema de la reconstrucción fue un gran pesar para el gobierno de Sebastián Piñera, y hasta el día de hoy hay dudas respecto de la veracidad de las cifras. ¿Existe algún plan de contingencia?
El Ministro de Hacienda ya anunció que todos los recursos que sean necesarios para esta tarea estarán disponibles. Respecto de forma de emprender la reconstrucción hay una etapa en que se instalan viviendas de emergencia, que eso es de inmediato y ya se está en eso. Y lo otro son las soluciones definitivas, eso toma más tiempo, porque como de costumbre es el Estado el que tiene que hacerse cargo de este tipo de cuestiones, mientras el sector privado mira desde lejos. Confío que antes de fin de año pueda haber un plan que apunte a dar una solución pertinente a este problema. Cuando eso se anuncie y organice, nosotros creemos que debiera estar incorporada la participación de los afectados, de las comunidades locales y de las autoridades locales también. Ahora contamos con consejeros regionales elegidos democráticamente, que constituye un consejo que tiene atribuciones presupuestarias, en conjunto con la labor del intendente regional. Una cosa que quedó demostrada en la tragedia de 2010, es que no se consideró nunca a los afectados, que quedaron abandonados muchos de ellos en campamentos de emergencia durante años y a muchos de ellos se les entregó un vale por una casa y eso era anunciado como avance de la reconstrucción. Se les entregaron un voucher, un papelito, que valía por una casa, la cual finalmente no está. Yo creo que en este caso, lo primero es la participación de las familias y de las comunidades locales en los criterios de reconstrucción. Y lo segundo, es que el anuncio de las soluciones, de los plazos y los tipos de soluciones, tiene que verse sobre la base de algo real.
Los estudiantes se reunieron con el Ministro Eyzaguirre y a la salida de la cita comentaron que había servido para aclarar algunas cosas pero que también se evidencia una falta de diseño temporal y de implementación de dicha reforma. ¿Qué responde frente a estas declaraciones?
En primer lugar creo que hay que valorar mucho el hecho de que a poco más de un mes de iniciado el nuevo gobierno ya se haya producido un diálogo, no solamente con los estudiantes universitarios, sino que también con todos los actores de los relacionados con la educación. Por lo que nosotros escuchamos de las declaraciones de los dirigentes estudiantiles, en general, ellos consideran que existen amplias coincidencias en las líneas gruesas de la reforma educacional. Plantean algunos matices respecto de la prohibición en el control del lucro en la educación y el diseño de la implementación. Por lo tanto tendrá que ser una implementación con un componente de participación más o menos importante. Nosotros esperamos que ese sea su principal característica y de verdad creo que las organizaciones estudiantiles van a continuar el diálogo con el gobierno y debieran respaldar el espíritu de esta reforma, porque sin lugar a dudas va en la dirección correcta.
También mencionaron que se mantienen las diferencias con respecto al lucro, argumentando que todavía existen brechas para generar negocios en de la educación. ¿Será que los estudiantes no están dispuestos a transar con el gobierno o efectivamente el fin al lucro quedó en una idea fuerza de la campaña y no se concretará?
Acá hay que distinguir varias cosas. Cuando aquí se habla de fin al lucro hablamos de dos cosas al menos. En primer lugar, la situación de las universidades, las cuales tienen prohibido lucrar por ley. Eso es así y por lo tanto ahí hay una primera tarea que es generar mecanismos de control y fiscalización efectivos que impidan que eso siga ocurriendo, como lo ha sido en muchas de las universidades del país, sobre todo en las privadas, varias de las cuales están siendo investigadas por la justicia. En segundo lugar, hay que limitar y restringir absolutamente el lucro con recursos del Estado en el sistema escolar. No pueden estar generando negocios con la subvención que les entrega el Estado. La Presidenta ha sido categórica en esta materia, el fin al lucro se concretará si o si durante su mandato.
Seguramente este año no estará exento de marchas y manifestaciones sociales. ¿Cómo se relaciona el partido con los movimientos sociales?
Partiendo por el mismo nombre de nuestro partido, tenemos una raigambre muy fuerte en los movimientos ciudadanos y sociales. Nosotros hemos sido activos miembros y participes del movimiento estudiantil desde hace muchos años, desde distintas posiciones y roles y lo vamos a seguir siendo. Vamos a seguir colaborando con el crecimiento y desarrollo de este movimiento. Creo que en el marco de una Reforma Educacional tan profunda como la que quiere emprender la presidenta Bachelet, nosotros esperamos jugar un rol activo en los debates y en impulsar la participación en el seno del movimiento por la educación, del movimiento estudiantil en todos sus niveles. Y al mismo tiempo, también como un puente que pueda facilitar los diálogos, los entendimientos, ayudar a generar mayor consenso, a funcionar como canal de información. De cierto modo responde a un esquema general que debiera implementarse en Chile y es que los partidos políticos nuevamente se conecten con la ciudadanía real, con los hogares que es donde ocurre la vida cotidiana y donde residen los principales problemas que afectan a los chilenos. Nosotros esperamos que sea así ya que significa un cambio absoluto en el paradigma, en la forma de entender el funcionamiento del país y sus instituciones.
¿Son los movimientos sociales los llamados a tener un papel preponderante en la creación de políticas públicas o son más bien un actor pasivo?
Hoy nos enfrentamos ante una encrucijada histórica, porque ya no existen explicaciones ni excusas, como que la derecha no nos deja o como que no es el momento para realizar las transformaciones necesarias. Creemos que sí es el momento, que la ciudadanía tiene perfectamente claro lo que necesita y hacia donde quiere transitar. Considerando el respaldo con el que contamos, podemos llevar adelante un conjunto de cambios que este gobierno está empezando a implementar y a mostrarle al país desde el primer día. Acá en Chile contamos con una derecha reaccionaria, antidemocrática y violenta, que ya nos muestra su cara de siempre ante las principales reformas que plantea este gobierno. Frente a eso, la participación de la ciudadanía y sus organizaciones, y su presencia pública en las calles, en los medios de comunicación, a través de la opinión de sus dirigentes, no solamente es importante y deseable. Desde nuestro punto de vista va a ser un factor esencial y decisivo en que estas reformas y transformaciones se cumplan finalmente y lleguen a buen puerto. De lo contrario no van a ocurrir. El rol de la ciudadanía en este nuevo ciclo, a través de las organizaciones y movimientos, no solo es fundamental, es imprescindible.
Cristian Contardo