Columna de Opinión
PAÑOS FRÍOS PARA LA CENTRO IZQUIERDA
Desde diferentes frentes políticos, mediáticos y en grupos de interés conservador al modelo económico chileno han denostado al equipo de Alejandro Guillier. Y me parece una crítica que tiene un claro sentido, si hubo algo que le dolió no solo a la derecha sino que también a los estándares de la concertación, fue la posibilidad de que actores jóvenes administraran la agenda política, las decisiones gubernamentales y la profundidad de las transformaciones. Siendo los equipos jóvenes que crean nuevas izquierdas en Chile a quienes deben derrotar.
Los equipos jóvenes no solo se encuentran en el frente amplio, sino que, con mayor importancia y relevancia política, aunque invisibilizados, han trabajado desde el oficialismo fundiendo en la capacidad de imaginar el futuro que nos tocará vivir una reforma institucional a todo el aparato estatal. Sin binominal, con financiamiento público de los partidos y sin impedimentos para desarrollar la configuración de tradiciones colectivas distintas al Chile pos dictadura. Son estos equipos quienes han tomado la mejor decisión en el contexto en que se juzga por lo obrado y como se dio continuidad. Estoy seguro que los chilenos están dispuestos a cambios revolucionarios, pero sin alterar en demasía sus hábitos.
Debemos ser responsables y sensatos en la dirigencia política, de lo contrario estaríamos dando muestras claras del alejamiento con la base social que nos respalda. La centro izquierda es un campo que siempre tendrá diferentes perspectivas y legitimas controversias, pero es debido a que dibuja en un abstracto la idea de país que desea construir. Por un momento se dudó de la capacidad que tendrían los nuevos profesionales que diseñarían e implementaran las reformas de este gobierno principalmente por su amateurismo por asi decirlo, pero aún así se logró avanzar a la consolidación de una demanda ciudadana que proliferó en las calles y que tuvo un eco en la institucionalidad.
La decisión que tomará la ciudadanía chilena en estas próximas elecciones presidenciales y parlamentarias del 19 de noviembre tendrán por primera vez un escenario político competitivo, pos binominal que dará muestra de una ciudadanía que tiene ribetes de polarizado pero aún no da para ese dramático escenario. Lo que sucedió en este gobierno es que hubo una agrupación de los actores conservadores tanto en términos morales como económicos, se articularon de tal forma, con el apoyo de sus medios, que los hacen parecer mayoritarios, pero no lo son. Esos empresarios arrinconados en su afán por producir y concebir al ser humano como una mercancía, queriendo extender los años de jubilación como Sebastián Piñera: no son la mayoría. Esos apoderados que quieren pagar por la educación y segregar: no son la mayoría. Esos fanáticos religiosos que se oponen a la interrupción del embarazo en todas las causales: no son la mayoría.
No obstante, abunda el anclaje en las practicas del pasado en ciertos personajes que buscan figurar para tener un mezquino rincón de relevancia. Esta perezosa manera de hilvanar desacuerdos, de someter a los ciudadanos a sus latas exhibiciones de cinismo no nos harán más que confundir los rivales. El desafío está en confluir en la diferencia y trazar objetivos en las áreas principales del Estado; como la salud, la previsión y la descentralización.
Imaginemos un Chile entre los que guardamos en el recelo de nuestras acciones, donde vivamos en una generación de derechos ganados y sostenidos responsablemente pensando en las mayorías que están a un paso de la pobreza, que no tienen más anhelos que el de la libertad, la cual es imposible en un escenario donde ella la conciben solo económicamente quienes se encuentran en las altas oficinas del barrio empresarial y no en el resto del país creando un grano más de alimento.
Por Miguel Echeverria
Cientista Político
Santiago de Chile, 6 de septiembre 2017