“Las desigualdades en Chile vienen siendo una piedra de tope para el avance de nuestro país, una piedra de tope que ha hecho que miles de chilenos, en la última década, se movilicen de forma activa por distintas temáticas. Una de estas luchas se ve representada en el movimiento estudiantil. Un movimiento conformado por una amplia gama de actores que, hoy, actúan es pos de construir un Chile más justo para su pueblo, para su gente.
A la espera de una votación importante que decidirá los pasos a seguir por el movimiento estudiantil en nuestra universidad y ad portas de iniciarse un proceso de elección que determinará cuáles van a ser nuestros representantes parte de este año y el próximo, cabe hacer un balance de lo que ha sido la Federación que sale y los desafíos para la Federación que entra.
Cuando asumió la Federación el año 2013, el “somos Usach”, llegaba con un objetivo que era tremendo, un objetivo que pretendía revitalizar el movimiento estudiantil del año 2011, dándole nuevos aires a las movilizaciones históricas que se habían suscitado como grandes hitos el año 2006 con la revolución de los pingüinos y el año 2011 con miles de estudiantes, trabajadores y familias enteras que marchaban por las calles de las principales ciudades de nuestro país. El objetivo que, sin duda perseguían, o por lo menos de eso daba cuenta su discurso, era radicalizar el movimiento presionando al gobierno entrante a darle solución a las demandas del movimiento estudiantil.
La realidad que hoy día vivimos dentro de una universidad histórica como es la Usach, dista mucho de las intenciones que manifestaba el somos Usach el año 2013. Hoy, desarrollamos nuestras actividades académicas en una ambiente de desconfianza, de roces constantes entre compañeros, en una comunidad de estudiantes que se ha cansado de la radicalidad propuesta por el grupo que hoy lidera la Federación.
El estudiante promedio se ha cansado de una Federación que ha polarizado la discusión dentro de la universidad, reduciéndola a la defensa o al rechazo de la capucha como medio legítimo de movilización, un estudiante que está cansado de tener representantes que no sean propositivos, donde sólo hagan retóricas críticas del contexto nacional, vacías de contenido y carentes de propuestas concretas y factibles, que no encantan a los compañeros y, mucho menos, la ciudadanía.
Si hoy nos detuviéramos a pensar en la cantidad de gente que estaba de acuerdo con las demandas estudiantiles del año 2011 y las comparáramos con el nivel de aceptación que tiene hoy en día el movimiento estudiantil, nos daríamos cuenta que la factura que nos deja el bloque de conducción actual y la saliente federación no son tan positivos como en algún momento esperábamos que fuese.
Hoy queremos un movimiento estudiantil y una Federación que vuelva a conquistar a nuestros compañeros, que sea empática con la comunidad, que atienda lo académico, que se preocupe de las desigualdades nacionales, que reencante a la ciudadanía y que salga a la calle con más alegría que nunca y que, por último, se vuelque a tratar de dar soluciones concretas -con un afán propositivo- a las problemáticas que aquejan a nuestro país y a nosotros: el pueblo”.