• jueves , 24 septiembre 2020
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Pedro Felipe Ramírez: “Siempre la ciudadanía es la llamada a jugar el rol principal”

El próximo lunes Pedro Felipe Ramírez emprenderá vuelo al cual será su nuevo desafío en una larga, nutrida y activa vida política, al ser designado por la Presidenta Michelle Bachelet como el nuevo embajador de Chile en Venezuela.

El ex diputado y ministro del gobierno de Salvador Allende se dio unos minutos para conversar sobre su visión de lo que ocurre hoy en nuestro país al alero de las profundas transformaciones que está realizando el gobierno, así como para comentar el desarrollo de la Izquierda Ciudadana y obviamente para adelantar su rol como embajador.

Usted ha vivido en carne propia diferentes momentos políticos e históricos de nuestro país. Según esas experiencias, ¿vamos por el camino correcto?

Con el gobierno de la Presidente Bachelet, estamos recuperando un camino de progreso social  así como también se están instalando las bases para un progreso económico importante. Una de las grandes limitaciones que tiene nuestro desarrollo económico, tiene que ver con la capacitación de la mano de obra y eso está, evidentemente, vinculado con la educación. Una reforma educacional no produce efectos inmediatos, pero si van a ser aspectos que se van a presentar en el mediano y largo plazo. La reforma educacional también conlleva un desarrollo humano y social muy importante porque hoy, como dijo la presidenta, la educación actual produce más segregación y lo que queremos producir es más igualdad.

En ese sentido, los cambios de los que usted habla, ¿se demoraron un poco? ¿24 años no es demasiado tiempo?

Es bastante. Por eso digo que estamos retomando un camino que se debiera haber llevado adelante, inmediatamente después de haber derrotado la dictadura. Algunas cosas se hicieron, pero algunos temas muy importantes quedaron rezagados y medio olvidados. Y ahora se está intentando llevar adelante esas transformaciones en el campo de la educación, de la reforma tributaria, en el campo constitucional y en el laboral. Y en muchos otros campos, pero esos son los cuatro principales.  Creo que al principio hubo una prudencia extrema de que pudiera producirse una reversión dictatorial y después, lo que hubo fue un acostumbramiento a una situación que producía algunas ganancias y éxitos parciales en algunas cosas. Lo bueno es que eso ya pasó. Ha sido muy importante el remezón que la ciudadanía, a través de sus movilizaciones, ha hecho a la clase política, especialmente a los partidos progresistas de la Concertación y a la izquierda, para rectificar e iniciar el proceso que estamos comenzando.

Siguiendo esa línea, ¿es la ciudadanía la llamada a tener el papel principal en el planteamiento y determinación de las políticas públicas necesarias?

Siempre la ciudadanía es la llamada a jugar el rol principal. Si nos fijamos, el programa de Michelle Bachelet está basado en las demandas principales que la ciudadanía expresó en 2011, 2012 y 2013. Hay incluso temas que uno podría considerar muy importantes y que son importantes,  pero que no tienen la relevancia de otros porque no fueron demandados con fuerza por la ciudadanía.

¿Es posible, dado los cambios que ha sufrido chile en los últimos 20 años, pensar que estos reformas que está realizando el gobierno, se puedan profundizar aun más en el futuro? ¿Existe la posibilidad que el sistema actual cambie de manera radical o se desmorone?

Sin duda. Hay temas que son muy importantes, como el económico por ejemplo. Se requiere un programa de recuperación del cobre por parte del Estado. Por ahora la presidenta ha señalado la capitalización de Codelco, que tiene un programa de expansión importantísimo, porque esta empresa tiene serios problemas por la caída de las leyes del cobre. Entonces tiene cinco proyectos estructurales muy importantes y eso requiere un fuerte nivel de inversión. El compromiso de ella es financiar y eso es un paso gigante. Pero no hay que olvidar que dos tercios de la gran minería están en manos privadas. Codelco ha disminuido de manera brutal su participación en la fluctuación de cobre en Chile y eso tenemos que recuperarlo de alguna manera. Es un camino que hay que pensar, construir y pavimentar.

Lo que podemos ver son grande ajustes al modelo en el que actuamos hoy, ¿pero es posible que este modelo caiga? ¿Que exista otro, cualquiera sea?

Tengo la impresión que el avance hacia modelos más socialistas va en el sentido de que la fórmula y las soluciones sean más bien colectivas y no en un camino individual a través del sistema capitalista. Los cambios se van a ir produciendo, no a través de procesos muy violentos, si no que a través de un método evolutivo en el cual, por ejemplo, una serie de bienes y servicios se van a sacar del mercado y va a haber una construcción de tipo solidaria y colectiva. Ya lo estamos viendo en educación. La idea es que la educación deje de ser un bien de mercado y pase a ser un derecho social. Lo mismo va a pasar en términos de la salud y la previsión. Conseguir que educación, salud y previsión pasen a ser derechos sociales, a través de un sistema de solidaridad, financiado colectivamente, es ya es un cambio brutal, muy importante. Creo también que el Estado también asumirá roles empresariales en el cobre, y en otros campos de la minería como en el litio, por ejemplo. Y también en el sistema financiero, más allá del Banco Estado, que le van a dar mayor capacidad de dirección de la economía. Creo también que a través de empresas mixtas, especialmente las vinculadas al emprendimiento con nuevas tecnologías, irán cambiando poco a poco lo que es el modelo actual. Y también la construcción de formas colectivas no estatales de producción de servicios. A niveles populares existen experiencias muy ricas en nuestro país que debiéramos revisar, que demuestran fórmulas de participación colectiva y de solidaridad en la solución de problemas. Todos esos detalles van a ir cambiando de manera sustantiva el modelo, ya que no creo que este modelo vaya a caer de una manera brusca. Si no que van a producirse cambios, a veces más bruscos, como los de ahora que son muy bruscos. Cambiar la constitución es muy brusco. Hacer de la educación un bien social y no un bien de consumo, es muy brusco. Elevar la carga tributaria a la gente que es más rica, que tiene más ingresos, para agregar tres puntos del PIB a la recaudación tributaria, es muy brusco.

¿Cómo ha visto el andar de la izquierda Ciudadana en estos dos años?

La Izquierda Ciudadana es tal vez la primera experiencia, después de la dictadura, en que se unifican distintas fuerzas de izquierda en un solo proyecto. Yo no conozco otro. Primero fue el MAIZ (Movimiento Amplio de Izquierda), que también lo promovimos como Izquierda Cristiana junto a otros grupos. Izquierda Ciudadana es, por decirlo de alguna manera, el segundo capítulo del mismo esfuerzo, pero con una capacidad de acción mucho más grande dada su mayor de coherencia interna. Ha sido difícil, porque no es fácil sumar gente en un partido, en una organización, que viene de distintas historias y de distintos orígenes. Por mucho que haya una visión común de las transformaciones que hay que hacer, siempre la historia, las lealtades y las desconfianzas pesan. Ha sido difícil, pero creo que en estos dos años hemos logrado generar una unidad verdadera. Hemos superado las barreras propias de esos elementos que nos diferenciaban y eso nos ha permitido crecer de manera muy importante. Cuando inicialmente nos juntábamos la fuerza matriz era la Izquierda Cristiana y eso no producía pocas tensiones. Hoy, diría que la mayor parte de los militantes no viene de la Izquierda Cristiana, es gente que se ha sumado la Izquierda Ciudadana. Lo importante es señalar que lo construimos es un instrumento. Un partido no es un fin, sino un instrumento de transformación al servicio de nuestro pueblo.  Y si en un momento determinado, como lo hicimos como Izquierda Cristiana al evolucionar hacia Izquierda Ciudadana, también el día de mañana se producen unificaciones y acercamiento más orgánicos con otros movimientos, deben ser bienvenidos. El crecimiento de la Izquierda Ciudadana obedece a dos cosas fundamentales. Primero, al hecho de que fuimos capaces de unir varios grupos y dejar de lado nuestro chovinismo, nuestras desconfianzas para construir un proyecto común. Y segundo, al hecho de que estamos, a mi juicio, llevando a delante una política correcta de alianza que nos permite llevar adelante las transformaciones que hoy día se están realizando.

Al asumir como embajador, ¿la Izquierda Ciudadana no queda un poco coja al perder a un personero emblemático dentro del partido?

Está por verse. Tenemos grande dirigentes, desde luego el presidente. Mucha gente al principio pensó que era muy arriesgado poner a un muchacho de 31 años, pero todos hemos podido ver como se desenvuelve con gran sabiduría. Es una persona que al parecer tuviera una tremenda experiencia política, tanto en la acción del partido hacia afuera como en los aspectos internos. El diputado Sergio Aguiló, el ministro Víctor Osorio, la subsecretaria del Sernam, Gloria Maira y podría nombrar a muchos más. Creo que nuestros grandes dirigentes van a sostener y continuar con la misión del partido. Además que estaré siempre informándome de todo lo que pasa ya que la comunicaciones son más fáciles. Si yo puedo ayudar a este país y a Venezuela mismo con el desarrollo de lo que estamos haciendo acá y también respecto de la convivencia pacífica de ese bello país, lo haré. Hay que pensar que nuestra misión no se termina en los límites de Chile. Somos un partido que siempre estamos interesados por los problemas de todo el mundo y particularmente lo venezolano tiene una importancia enorme para la región y para Chile. Creo que es importante darse cuenta que si el día de mañana se incendiara Venezuela, eso tendría un efecto tremendamente negativo para todo el continente, incluidos nosotros, de tal manera que también lo poquito que pueda hacer uno allá está en la misma línea de lo que estamos haciendo acá y el partido va a crecer en la medida que nosotros nos dediquemos a hacer todo lo que sea posible para que avancen nuestros pueblos en América Latina y en el mundo entero.

¿Cuál va a ser el rol principal que jugará usted en la embajada de Chile en Venezuela?

Desde luego el rol permanente que tiene un embajador, que tiene que ver con trabajar para que se produzcan acuerdos y acercamientos entre ambos país para beneficio mutuos. Hay un amplio campo de colaboración en el área cultural, deportivo, etcétera. Las relaciones comerciales entre Chile y Venezuela son muy pobres y hay mucho que Chile le puede entregar a Venezuela y vice y versa. En el campo cultural, Venezuela tiene una riqueza extraordinaria y Chile también tiene lo suyo. Hay muchas posibilidades de elevar este tipo de intercambios. En el campo político, a mi juicio, es muy importante el fortalecimiento de todas estas organizaciones que están expresando este despertar de América Latina y el Caribe, me refiero fundamentalmente a Unasur, Mercosur y Celac que yo creo que son organismos que deben ser fortalecidos y me parece que la colaboración de Chile y Venezuela junto a otros países de America Latina es muy relevante.

¿Pretende tener alguna injerencia en la solución al problema sociopolítico por el que pasa Venezuela?

En primer lugar hay que tener una perspectiva de modestia. Uno es embajador, no va como interventor ni como actor en el proceso político venezolano. Además, somos parte de Unasur que está ejerciendo un rol allí. En este sentido, la Presidenta y el Ministro de Relaciones Exteriores han tenido un papel muy importante para que Unasur tenga este rol, y para aplicar la política que la propia presidenta definió, que es que  lo que nos interesa es afirmar el procesos democrático sobre la base del respeto irrestricto a la Constitución. Eso supone también la defensa de los derechos humanos y buscar, en lo posible, la convivencia pacífica de todos los sectores, aprovechando además este diálogo que impulsó el presidente Maduro y sobre el cual está actuando como testigo y acompañamiento los países de Unasur y el propio Vaticano por decisión del Papa Francisco. Me parece que para el bien de todos los sectores venezolanos el encuentro de un camino de convivencia pacífica, de afirmación democrática, de afirmación de respeto de todos los derechos, es un camino que beneficia a todo el mundo y nosotros ayudaremos en todo lo posible, pero siempre teniendo presente que no nos corresponde intervenir en asuntos internos y al mismo tiempo, para que el camino sea sólido, lo tienen que encontrar los propios venezolanos.

Y ese camino podría terminar en 2018 con el fin del modelo chavista

No creo que termine. Si el día de mañana ocurriera que el chavismo pierde la próxima elección, claro que vendrían algunos cambios, pero a mi juicio hay muchas cosas que son muy difíciles de revertir. En general, estos procesos revolucionarios lo que producen es una toma de conciencia, por parte de los sectores populares, de que pueden dejar de ser oprimidos y pasar a ser actores. Si eso además se expresa en organización social y política, eso se fortalece. Hay otras cosas complicadas de cambiar, como los programas de desarrollo social, los cambios que se han hecho en educación y salud. Es muy difícil que un gobierno de la actual oposición pueda revertir esos procesos de manera violenta. Y puede que haya otras posibilidades. En Nicaragua se produjo. El sandinismo llegó al poder, estuvo un tiempo y perdió las elecciones. Después volvió a ganar. Y a lo mejor, precisamente, de ese proceso es que se vayan consiguiendo los objetivos originarios del movimiento chavista. El gran mensaje de Salvador Allende es construir socialismo a través de la democracia, pero la democracia presupone la posibilidad de ser gobierno y en otro momento ser oposición y aparentemente es un camino que perfectamente posible para producir las transformaciones necesarias y una socialización de la actividad nacional en todos los campos. Entonces no hay que temerle a la posibilidad de que el día de mañana el chavismo pierda el gobierno pero continúe como tal el proceso democrático.

Cristian Contardo

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